Una imagen puede valer más que mil palabras… o más que mil advertencias. La reciente aparición de Cristian Gottardini junto al intendente capitalino, Ulpiano “Yayo” Suárez, genera un poco de revuelo en Tunuyán. En la postal, que circuló por redes y medios provinciales, se lo ve al exconcejal (y eterno saltimbanqui de la política local) como parte del equipo que acompaña al jefe comunal mendocino. La pregunta inevitable fue: ¿sabe Yayo con quién se juntó o simplemente se dejó convencer por algún armador distraído?

El dato no es menor. Gottardini es, según la definición más clara de la Real Academia Española, un tránsfuga: alguien que cambia de camiseta política según la conveniencia del momento. Pero en su caso, no se trata solo de saltar de bloque en bloque, sino de una trayectoria marcada por escándalos, conflictos de intereses y una ambición que no distingue banderas políticas.

De autoproclamado líder a asesor caído: la carrera zigzagueante de Gottardini

Cristian Gottardini irrumpió en la escena local en 2014, cuando se autoproclamó presidente de una Juventud PRO que nunca existió. Desde entonces, construyó una carrera sostenida más por fotos y favores que por logros reales. Fue parte de Unidos por Tunuyán (el espacio fundado por su padre, que se encuentra imputado por agredir a periodistas) y llegó al Concejo Deliberante de la mano del Frente Elegí, espacio al que abandonó apenas pisó la banca para montar su propio “miniespacio”.

Su paso por el HCD fue más conocido por los escándalos que por los proyectos. Durante su tiempo como concejal, su labor legislativa fue prácticamente invisible, sin iniciativas destacadas ni ningun aporte relevante al debate público. En cambio, fue protagonista de múltiples controversias que opacaron por completo su rol institucional. Uno de los episodios que más resonaron fue un conflicto con un cliente de su aseguradora, a quien le había cobrado una póliza pero jamás había depositado el dinero en la compañía. El resultado fue el peor: cuando el cliente sufrió un siniestro vial, descubrió que no tenía cobertura alguna por parte de la aseguradora de Gottardini.

A esto se sumaron maniobras poco éticas dentro del Concejo, como el intento de nombrar a un familiar directo en un cargo que no existía, lo que desató un malestar colectivo entre sus compañeros del recinto y los que se percataron de “la trampita” desde afuera. Lejos de dar explicaciones públicas, Gottardini reaccionó enfurecido a una columna de opinión que expuso el hecho: envió una carta documento e inició una serie de amenazas personales contra el autor, dejando en evidencia que no tolera la crítica y que prefiere apuntar a la intimidación en cuanto se siente expuesto.

Así, mientras los vecinos esperaban respuestas, proyectos y representación, él parecía más enfocado en usar el cargo como una plataforma de poder personal, sin asumir las responsabilidades que el puesto exigía. Gottardini se mantuvo siempre cerca del escándalo y lejos de la gestión.

Un giro, otro más: de crítico del oficialismo a aplaudidor de Cornejo

La campaña de 2023 fue el mejor ejemplo del “estilo Gottardini”: arrancó como candidato a intendente lanzando dardos contra el gobierno provincial y terminó bajándose a último momento para aliarse con Cambia Mendoza. “Un fraude a la ciudadanía”, lo calificaron sus propios aliados, que quedaron colgados de la palmera.

¿La recompensa? Un puesto como asesor del Ministerio de Seguridad. Pero como siempre, la ambición fue más allá: se proclamaba públicamente como “delegado” del Ministerio, cargo que jamás ocupó oficialmente. Mientras tanto, volvía a quedar vinculado a episodios de violencia, esta vez por la agresión de su padre a periodistas, con él merodeando la escena. Finalmente, su contrato fue dado de baja en marzo de este año.

¿Yayo, en qué andás?

Con estos antecedentes, la presencia de Gottardini en el entorno de Ulpiano Suárez resulta, como mínimo, sorprendente. Suárez, conocido por una gestión ordenada y un perfil bastante institucional, pareciera haber sido mal asesorado al dejarse acompañar por un personaje que acumula más denuncias que proyectos.

Los que le arriman gente a Yayo, deberían hacer mejor los deberes. Porque una foto no es solo una imagen: es un gesto, una señal, y en este caso, una sombra sobre una figura que hasta ahora venía sin manchas.

Con el aporte de Ricardo “Yayo” Guinsburg.

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