Si algo define a Hebe Casado es su capacidad para generar controversia. La vicegobernadora de Mendoza ha hecho del conflicto su “marca registrada”, pero también su escudo. Desde su irrupción en la política provincial hasta su alineamiento forzado y explícito con el gobierno de Javier Milei, su trayectoria está marcada por una combinación de polémicas, contradicciones y oportunismo político.

Casado no solo ha protagonizado escándalos mediáticos sino que, además, ha mostrado una constante resistencia a aceptar errores o fracasos. Un claro ejemplo es su actuación en la interna del PRO mendocino, donde, a pesar de haber perdido la elección partidaria ante Gabriel Pradines por más de 200 votos, se negó a reconocer la derrota y obstaculizó la asunción de la nueva conducción. Incluso ahora, a casi un año de las internas, sigue declarando en cada oportunidad presente la injusticia de una elección fraudulenta que nunca se comprobó como tal.

Su actitud la enfrentó incluso con dirigentes nacionales del PRO, como Silvina Lospennato, quien tuvo que salir a aclarar la legitimidad del resultado electoral. Sin embargo, Casado prefirió el silencio antes que admitir su derrota.

El oportunismo político de Casado también se hizo evidente en su relación con La Libertad Avanza. Aunque en un principio mantuvo distancia, con el avance del gobierno de Milei se convirtió en una ferviente defensora de sus medidas, replicando discursos libertarios y avalando incluso decisiones que van en contra de sus propias posturas pasadas. Un caso paradigmático fue su apoyo a la eliminación de la figura de femicidio, contradiciendo sus declaraciones de 2022 cuando consideraba fundamental mantener esa tipificación legal.

En el Senado provincial, su gestión también ha estado envuelta en irregularidades. La contratación de 40 integrantes de su lista interna del PRO en cargos legislativos, la liberación de resoluciones en la Cámara alta y la reasignación de casi mil millones de pesos para uso discrecional son solo algunas de las denuncias que han salido a la luz. Pero Casado, fiel a una estrategia que parece darle resultado, ha optado por desviar la atención y sostener un discurso de victimismo político.

Su presencia en redes sociales refuerza su imagen de funcionaria confrontativa, con una retórica agresiva y un constante enfrentamiento con la prensa que simplemente cumple con la responsabilidad de exponer todos los aristas de un actor político.

Lourdes Arrieta, una versión distinta del mismo problema

En este panorama de inconsistencias políticas, nos preguntámos si este modelo actitudinal político tiene otros referentes en Mendoza. Lourdes Arrieta aparece como una figura complementaria a Casado. Diputada por La Libertad Avanza pero crítica del gobierno nacional, su discurso también oscila entre posturas contradictorias. Desde no saber quién era Alfredo Astiz (siendo defendida por Casado en su momento) hasta denunciar irregularidades en su espacio político, su comportamiento errático la ha convertido en una de las legisladoras más impredecibles del Congreso.

Lo que une a Casado y Arrieta, y en sintonía con lo publicado por el medio Mendoza Today, no es solo su afinidad ideológica en ciertos temas, sino su forma de hacer política basada en la confrontación y la negación de errores. Mientras tanto, Mendoza queda atrapada en estos juegos de poder, esperando dirigentes que, en lugar de protagonizar escándalos, se enfoquen en resolver los problemas reales de la provincia.

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