Campañas que pretenden ser virales, eslóganes creativos, presencia en redes y medios digitales. Pero las tragedias siguen ocurriendo. En Mendoza, el calor del verano no solo trae vendimias y postales turísticas: también revive la crónica de muertes evitables en canales de riego. A pesar de la insistencia del Departamento General de Irrigación en repetir hasta el hartazgo que “los cauces no son piletas”, la consigna no cala hondo. Lo que sí caló –en el presupuesto– fueron los 34,7 millones de pesos que el organismo destinó en apenas dos meses del 2025 para publicidad. El resultado: más de 10 muertes en lo que va del año.
Una realidad que no cambia
Según la investigación de Marcos Neirotti, en los últimos cinco años más de 70 personas murieron tras caer en canales y cauces de Mendoza. La mayoría eran niños y jóvenes, víctimas de una estructura hídrica sin resguardo y de un Estado que opta por pautar mensajes en redes antes que prevenir en el territorio.
Mientras tanto, la cifra de inversión pública en campañas crece. De acuerdo a datos obtenidos vía Ley 9070 de acceso a la información, Irrigación emitió resoluciones entre enero y febrero (N° 253 a 257) que autorizaron pagos por más de 34 millones de pesos exclusivamente en pauta publicitaria. El problema no es solo la cifra, sino su impacto nulo en la conducta ciudadana y la opacidad en su destino: Mendoza aún incumple con la Ley 6496, que obliga a transparentar el reparto de pauta oficial y entregar informes periódicos al Poder Legislativo.

¿Publicidad para qué?
Un repaso rápido por las campañas actuales de Irrigación alcanza para mostrar el desvío de foco. Bajo el eslogan “No diré nada, pero habrá señales”, se intentó conectar con los más jóvenes apelando a frases virales de TikTok. ¿Funcionó? Las cifras hablan solas. La tragedia de los canales no se detuvo, y tampoco se ve un cambio en la forma de abordar el problema.
A esto se suma una presencia en redes sociales completamente disociada de su función institucional. Publicaciones por el Día Mundial del Arte, del Aborigen Americano o del Idioma Español podrían caberle a cualquier ministerio de Cultura, pero no al organismo responsable de administrar el agua de una provincia semidesértica que pierde el 62% del recurso por filtraciones o derroche, según datos de Aysam.
Mendoza, capital del derroche
La situación se agrava cuando se cruza con otro dato: cada mendocino consume en promedio más de 650 litros de agua por día, más del doble de lo recomendado por la OMS. Con diques y canales obsoletos, sin educación ambiental sostenida y con un sistema de control casi inexistente, la campaña más costosa no puede tapar el agujero estructural.
La pregunta de fondo: ¿es la pauta el camino?
Las campañas de concientización son necesarias, sí. Pero no pueden ser la única política pública frente a una problemática tan compleja. Hace falta planificación urbana, espacios recreativos seguros, educación en las escuelas y presencia territorial en zonas vulnerables. El Estado debe dejar de ver a la pauta como un fin en sí mismo y empezar a pensarla como un complemento de políticas reales.
Como bien plantea Neirotti al final de su nota, la reflexión debe ser colectiva:
¿Puede una campaña en Instagram evitar que un niño se meta a un canal?
¿Qué sentido tiene destinar millones a mensajes que no cambian la realidad?
¿Y si la publicidad no alcanza porque lo que falta es presencia del Estado?A continuación, adjuntamos las resoluciones que detallan los excesivos montos que se destinan a la propaganda de Irrigación: